martes, 30 de agosto de 2011

Potencia

¡¡Vaya semanita!! La tercera del segundo ciclo, y por tanto la más dura (la cuarta siempre suelo bajar algo la carga para darle un pequeño respiro al cuerpo). Recuerdo pocas semanas con tanta caña. La culpa la tiene en parte Antonio, compañero de Primeguis, que siempre me viene con ideas de endurecer los entrenamientos, pero de forma más o menos controlada. Sin convertirlos en competiciones, pero sí poner un nivel de exigencias bastante alto. Y yo con mi carácter dócil (que suelo demostrar siempre después de una primera fase de protestas obligatorias) muchas veces le hago caso. La otra parte de culpa la tiene en este caso la subida al Bajondillo que toca ya mismo y que me obliga a incorporar escaleras en los entrenos antes de lo que tenía previsto.


La pregunta era ¿Qué día meter las escaleras? ¡Sí tenía ya un programa completito para toda la semana!! Al final me decanté por el día de pesas. Después de 40min de calentamiento en patines y 1h15 de pesas (para la fuerza resistencia) me sentí lo suficientemente fresco y pensé “Aguantar lo vas a aguantar seguro. Pero la gran incógnita será si mañana podrás todavía levantar las piernas o si se te van a doler en cada paso…”  Las series en escalera al final no se hicieron tan pesadas como otras series (400, 1000), además tienes que estar más centrado porque hay que medir muy bien cada paso, y así la cabeza también está algo distraida, lo que conviene en esos esfuerzos. De esa manera se te pasa volando. También es verdad que el cansancio posterior no me lo quitó nadie y ya me temía lo peor para el día siguiente.

Me costó bastante arrancar el martes en la subida al Alto de Olías (suelo hacer sólo los 6 primeros kilómetros hasta donde suaviza). Afortunadamente tenía a un ciclista a unos 100m delante mía al que adelanté todavía en el primer km. Se picó y después fue un tira y afloja. Siempre iba yo delante, pero en los tramos más suaves se me acercaba y en los tramos más duros le metía otra vez más distancia. Ese jueguecito del gato y del ratón realmente me vino de maravilla para distraerme, así no me dio ni tiempo para recordar lo cargadas que tenía las piernas del día anterior. A pesar de todo respondieron bien incluso en la bajada, aunque mentiría si no reconociese que los 2 últimos km se me hicieron muy largos.


2 días seguidos de entrenamiento de potencia. Eso tenía que tener algún efecto, en algún momento se tenía que notar tanta carga acumulada. Pasó el miércoles. Sobre el programa una simple carrera continua. 8 kilómetrillos a velocidad normal y corriente. En otras circunstancias está chupao, pero esta vez se convertieron en una tortura. Tenía las piernas muy pesadas, con escasa movilidad. Me olvidé de mis ejercicios técnicos que suelo practicar al principio de cada entrenamiento porque sabía que no iba a servir para nada o incluso me podía hacer daño. Era simplemente cuestión de acabarlo cuanto antes, de la forma más digna posible y pasar página. Un día de transición como lo llamarían los ciclistas. Pero también son días con una repercusión importante sobre la evolución. No por el esfuerzo en si que estés realizando, sino a nivel mental y por mantener los ejercicios bajo condiciones por muy difíciles que sean. Es algo que también tienes que saber llevar: entrenar de forma controlada (no me pasé del 80% de las pulsaciones máximas), intentar sufrir lo menos posible, y si encima consigues mejorar tu marca comparada con las de semanas anteriores, entonces sabes que estás en un buen camino.


Después del día de sufrimiento tocó la guinda del pastel de la semana: 3x 2000m progresivos. Un ejercicio bastante exigente porque tienes que ser capaz de arrancar a buen ritmo, después de 2 km acelerar todavía más, y pasados otros 2km echarle aún más, casi todo lo que tienes. Realmente es fácil caer en la trampa, empezar demasiado fuerte y quedarte sin reservas. Hay que tener mucho cuidado a la hora de dosificar. Me había marcado como ritmos orientativos: 4’30, 4’10 y … debajo de 4’00 … pero el último intervalo realmente era la gran incógnita. No tenía mal las piernas aunque estaban todavía ligeramente perjudicadas de los esfuerzos de los días anteriores. El primer intervalo sin problemas: 4’31. En el segundo me pasé, hice el primer km casi a 4’00 y sabía que si iba a mantener ese ritmo no sería capaz de subir aún nucho más en el último tramo. Bajé un pelín y corrí el segundo km a 4’14. En el último intervalo me pasó lo mismo: el primer km en menos de 3’45, además subiendo dos repechitos de esos que se te hacen muy duros cuando vas a tope. Así que otra vez a bajar ligeramente porque ya iba justito de fuerzas. Al final 4’31 – 4’07 – 3’54 para los tres intervalos. Con mejor dosificación podría haber corrido algo más rápido el último intervalo. Pero para qué estarían entonces los entrenamientos si ya lo hiciéramos todo perfecto?? La próxima vez intentaré ser más constante, tener mejor sensibilidad para las velocidades, hacer cambios más graduales y menos bruscos, e ir de menos a más en cada intervalo.


El sábado por fin algo relajante: tirada larga con Alfonso, compañero del Club Primeguis e iniciador principal de la Liga Primeguis. Fue un doble atraco para él: la hora tan temprana y la distancia. Pero entre dos un asunto tan poco atractivo como correr 1h30 a ritmo suave se hace mucho más ameno y el tiempo se te pasa volando. Aún así los 14 kilómetros al final se nos hicieron algo largos, sobre todo por el levante que soplaba en contra.  


Para el domingo me esperaba otro plato fuerte de la semana: una excursión en bici (para no perder el contacto con los pedales). No tenía muy claro por dónde tirar. A la ida por la costa me acoplé a un grupo que iba a Puente Don Manuel, pero quería meter 1 o 2 puertos e incluir la Pared de Almáchar. Así que decidí sobre la marcha hacer la Ruta de la Pasa: Benamargosa – Cútar – El Borge – Almáchar – Moclinejo. La subida a Cútar prácticamente no tiene tramos encima del 5%. Así que simplemente es cuestión de coger un buen ritmo, ir cómodo, recuperar y a la vez acelerar en los descansitos. Ningún descanso en cambio te depara la subida de Almáchar al Alto de Moclinejo. Son casi 5 km extremos de la misma categoría que el Repetidor, la Mina, el Torcal o Comares. Después de sólo un km ya vas justito de fuerzas, el cuentakilómetros parece que no se mueve, tienes la sensación de quedarte clavado y no avanzar. En una palabra: un único sufrimiento. De milagro alcanzas la cima. El resto fue disfrutar de la larga bajada al Rincón y así puse punto final a una semana cargada de ejercicios de potencia y de caña para el cuerpo, aunque creo que como siempre al final conseguí una buena mezcla entre días más y días menos exigentes. Resumido en cifras se lee así:

·          Lunes: 11k patines + 1h15 gym + 10x23” escalera (10x90 peldaños)
·          Martes: Subida 6k al 6% a 6’05 , 6k bajada a 3’50
·          Miércoles: 8k a 4’50
·          Jueves: 3x2000 progresivos a 4’10
·          Sábado: 14k a 6’15
·          Domingo: 71,5k bici a 26,5km/h (desnivel: 950m)

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