martes, 8 de noviembre de 2011

Pizzero enganchado

¿Para qué uno hace una “pretemporada” de 18 semanas, se mete primero en montañas, después hace series en cuestas y escaleras, todo acompañado por ejercicios de pesas, para finalmente recorrer la playa de la Cala y hartarse de arena y zonas técnicas? La respuesta es: para preparar a conciencia lo que para muchos es una buenísima oportunidad para ir cogiendo fuerza y forma, para mi es el objetivo principal de este año: el circuito cross.

No sabía exactamente que me esperaba porque nunca antes había corrido un cross. Por tanto la curiosidad y la expectación al llegar al primer escenario de la temporada cross (Achidona) era máxima. Las primeras dudas se disiparon nada más comprobar el estado del circuito. El resultado de la inspección que hicimos Alfonso y yo: imposible correr a un ritmo de 3’45. Hasta gente con registros de 3’30 y más rápidos el año anterior en el mismo sitio al final no consiguieron bajar de los 4’. Las lluvias de los últimos días habían dejado la tierra demasiado reblandecida. En algunos tramos (el más largo de ellos tenía unos 150m) el suelo se te iba hundiendo totalmente al pisarlo, como si de una masa para una pizza gigantesca se tratase y como pizzeros se habían inscrito unos 100 corredores veteranos y juveniles para trabajar bien con sus pies la masa y dejarla bien preparada para las posteriores carreras.


Después de otro calentamiento ajetreado arranca por fin la carrera. He salido un pelín demasiado atrás, y con lo estrecha que se está haciendo la carrera por las cintas en ambos lados y los obstáculos (alcantarillados que están saliendo medio metro, baches, cambios de dirección etc.) que con tanta gente a tu alrededor se te presentan de un segundo a otro se me hace muy complicado ganar puestos. Después de 300m, dos giros brutales y una primera entrada en acción de los pizzeros por fin se levanta la nube de humo y chispas que ha provocado tanta artillería y tanta polvora en el inicio de la carrera. Me doy cuenta que ya he perdido el tren. Tres de mis cuatro referencias ya se me han ido, ya nos están separando 50-100m y un montón de corredores en medio. La única referencia que me queda es Monti de Álora. Así que decido pegarme y agarrarme a él como pueda. Si va a su ritmo normal es posible que en algún momento me reviente. Pero le noto algo menos explosivo que normalmente, y a mí me viene bien porque este es un terreno nuevo para mí y mejor ir un pelín reservón que ir a tumba abierta desde la primera vuelta.  


Terminamos la primera vuelta. Es un terreno muy muy complicado, en esas condiciones un circuito muy exigente. Pero voy cómodo. El ritmo que está imponiendo Monti es exactamente el mío. Intento centrarme en correr técnicamente bien por muy difícil que sea en algunas zonas. Poco antes de cruzar por primera vez la línea de meta somos testigos del primer espectáculo del día. Justamente delante de nosotros tropieza y se va al suelo un corredor, dándose una vuelta y media en el barro. “Qué chungo es eso!!” pienso. Media vuelta más adelante otra vez bandera amarilla. En plena zona de barro denso de repente se da la vuelta un chaval y viene hacia nosotros. Un kamikaze!!! Qué ha pasado??? Se le ha quedado clavada una zapatilla en el barro, ha seguido corriendo unos metros con sólo una zapatilla y se ha dado la vuelta para ir a buscar y sacar la otra del barro. “Jolines – pienso – en qué te has metido aquí?!? Con lo tranquilito que se puede correr en el paseo marítimo de la Cala. Y tú aquí con un frío que pela, ni 5 metros seguidos que puedes correr en condiciones y encima ahora se están poniendo de acuerdo para hacerte reír y complicártelo aún más …”


Hacía el final de la tercera vuelta la constancia de Monti da sus primeros frutos. Nos hemos acercado bastante a Ismael de San Pedro que empezó como una moto, me sacó casi 30 segundos después de la primera vuelta y ahora lo está pagando. Poco después de cruzar por tercera vez la línea de meta le alcazamos y volvemos a la carga. A ratos me cuesta mantener el ritmo de Monti. Corre muy constante, pero se le nota que la cabeza quiere más y las piernas no responden. A veces intenta echarle algo más para después darse cuenta que hoy no es su día y que el cuerpo no da para más. Así que tengo que estar muy atento por si en algún momento a la moto se le acaba la gasolina y se convierte en un freno para mí.

Eso pasa en la última vuelta, a falta de un kilómetro. Por primera vez me pongo a la altura de Monti, le adelanto despacito, casi de forma tímida. Me falta todavía la determinación, queda bastante hasta la meta. Pero noto como él se viene abajo, así que ese es el momento. Meto la quinta marcha e intento volar como pueda sobre la parte más chunga de todo el circuito. Antes del último giro de 180 grados veo de repente que tengo a un tiro a José Miguel del Ciudad de Marbella, mi tercera referencia. Va listo y le adelanto con facilidad aunque se pica y me dará guerra hasta la línea de meta. Para eso estamos los rivales, para dar vida a los que prácticamente ya no la tienen. El pique le ha reanimado. Entre su compañero de equipo Miguel, él y yo vamos recogiendo cadáveres en los 300m que quedan hasta la meta. Una bonita lucha hasta llegar por fin: primero Miguel, después yo y tercero del grupito José Miguel.
 
Al final acabo 42 de 96, pero la posición y el tiempo tienen menor relevancia. Lo que importa es que he conseguido hacer la carrera perfecta. Ha sido una experiencia tremenda, brutal (como diría Guardiola, en este caso sí pega la palabra) el primer encuentro con el mundo del cross. A pesar de su brutalidad, o igual por ella y su carácter salvaje una sola rendezvous ha sido suficiente para engancharme a mi nuevo amor. He encontrado mi media naranja y no voy a permitir que nadie nos separe (espero que eso no lea mi novia).


Photos courtesy by http://atletismoperote.blogspot.com/ and http://clubatletismocartama.blogspot.com/